El Heraldo
Esta fotografía tomada el 23 de septiembre de 2014 muestra cómo quedó un articulado tras un ataque nocturno. Tatiana Velásquez Archibold
Barranquilla

Transmetro, el blanco móvil de los vándalos

Desde 2010, el sistema ha sufrido 813 ataques con piedras y balines. Pérdidas anuales ascienden a $300 millones, reportan operadores.

Los 813 ataques con piedras y balines de los que han sido objeto los buses de Transmetro desde julio de 2010 –cuando comenzaron a rodar por las calles de Barranquilla y Soledad– dejaban hasta el 19 de enero pasado 39 personas heridas y 579 vidrios rotos.

Tres de los heridos fueron dos mujeres embarazadas y un adolescente de 17 años, quien terminó el año pasado en estado de coma durante varios días, tras el impacto que recibió el vidrio en el que iba recostado.

Los cristales quebrados ya suman varios ceros a la derecha en los presupuestos anuales de Sistur y Metrocaribe. Los operadores del sistema masivo reportaron haber invertido, en 2014, 300 millones de pesos por reposición. Las sumas de ambos operadores no incluyen el lucro cesante, es decir, el dinero que dejaron de producir los vehículos durante los días que estuvieron detenidos.

Transmetro cerró diciembre pasado, y por cuarto año consecutivo, con el número de ataques en ascenso. Piedra tras piedra, los interrogantes siguen formulados sin repuestas definitivas: ¿Quiénes están detrás? ¿Por qué los ataques son tan frecuentes? ¿Por qué suelen ocurrir, la mayoría de ellos, en determinados sectores de Soledad?

La Policía, el Distrito, los operadores y la gerencia del sistema, así como analistas consultados, plantearon hipótesis y razones ante esa bola de nieve llamada vandalismo. Todos coincidieron en afirmar que los ataques son una sombra que acecha no solo por las pérdidas económicas sino por el peligro que representan para la integridad de conductores y pasajeros, que al viajar en los vehículos del sistema se convierten en blancos móviles.

 

Inseguridad

Juan Manuel Santos dijo el 16 de enero, desde Bogotá, que los colombianos se sienten inseguros al usar los sistemas masivos del país. La afirmación, que pronunció tras conocer los resultados del plan de choque de seguridad ciudadana aplicado en el último trimestre en 12 ciudades, hizo referencia a la falta de pie de fuerza para controlar los desmanes que suelen darse en Transmetro, Transmilenio y Mío.

“Ahí (en Barranquilla, Bogotá y Cali) la gente se siente insegura muchas veces de utilizar el transporte masivo”, aseguró Santos.

Esa sensación comienza a reflejarse en los sondeos. El 41% de los entrevistados por la Encuesta de Percepción ciudadana ‘Barranquilla, Cómo Vamos’ manifestó en 2014 sentirse inseguro al usar Transmetro, dos puntos porcentuales más que al utilizar los buses colectivos y paraderos.

Para Alexánder Villarraga, profesor del Departamento de Economía de la Universidad del Norte, la sensación de inseguridad hace parte de los costos indirectos, “menos obvios, pero igualmente importantes”, del vandalismo.

Los vidrios laterales de los vehículos de Transmetro suelen ser el blanco más frecuente de las piedras.

“Una mayor percepción de inseguridad desincentiva el uso del sistema generando costos tanto para los usuarios como para los operadores. Los primeros se ven obligados a utilizar otras formas de transporte más costosas (taxi o auto particular) o menos eficientes y cómodas (bus o mototaxi), mientras que los últimos reciben menos ingresos por cuenta de una menor demanda por el servicio que ofrecen”, planteó Villarraga.

El Distrito y la Policía buscan revertir parte de esa realidad con la vigilancia que prestarán 80 auxiliares de Policía. El anuncio lo hizo el Comité Distrital de Seguridad y Orden Público el 20 de enero pasado, pero la fecha en la que comenzarán a hacer presencia en las estaciones y rutas todavía no se define.

José González, comandante operativo de la Policía Metropolitana de Barranquilla, dijo, al ser consultado sobre las acciones puntuales antivandálicas, que la Policía ampliará el número de auxiliares bachilleres que presten su servicio en esta ciudad para poder garantizarle al sistema un número fijo de vigilancia en sus estaciones sin desatender otros sectores del área metropolitana.

“Vamos a hacer una geolocalización, a ubicar los puntos más críticos de vandalismo, para que la Policía del cuadrante pueda estar reforzando esos sectores”, anunció el coronel González.

Origen de los casos

Manuel Fernández Ariza, gerente de Transmetro, explicó que los ataques tienen desde 2011 unas características constantes: se producen mayoritariamente con piedras, ocurren entre las 8 y las 11 de la noche y se concentran en una determinada zona de Soledad.

Las evidencias de Transmetro y de la Policía apuntan a que detrás de las pedradas hay ritos de iniciación de pandillas; motorizados y transportadores ilegales que ven en el sistema un enemigo; jóvenes que toman los ataques como una pilatuna; hinchas del Junior que desahogan las frustraciones que les produce el mal rendimiento del equipo dañando los vehículos del sistema, y pasajeros desesperados por la demora de algunas rutas que también encuentran en las piedras una catarsis.

Haga clic aquí para ver ampliada esta línea de tiempo.

“No se puede generalizar, pero hay grupos pertenecientes a los mototaxistas que ven en Transmetro un competidor directo, un sistema que de alguna manera reduce los ingresos que ellos pueden captar en los barrios”, aseguró Fernández. Transmetro es un proyecto de Estado, continuó el gerente, que implica una transformación y modernización de los esquemas de transporte que vienen operando por décadas en Barranquilla. “Es un agente nuevo, externo, que ingresa a los barrios”.

Las piedras, muchas veces, no rompen el vidrio de inmediato. Las esquirlas son una amenaza para los pasajeros.

Las estadísticas, de las que Transmetro y sus operadores han comenzado a llevar un registro más minucioso desde 2014, muestran un ascenso del vandalismo a partir de la entrada en vigencia del Decreto Metropolitano 001 del 20 de enero de 2011, firmado por el entonces alcalde Alejandro Char para regular la circulación de las motos en el área metropolitana. 

La seguidilla de pedradas, por cuya autoría la Policía señaló en aquel momento a mototaxistas, generó intermitencias en la prestación del servicio y demandó la presencia de escolta policial para garantizar la seguridad en las estaciones y la vuelta al ruedo de los articulados, padrones y busetones. 

Las reposiciones

La ruta de reparación de un vidrio quebrado inicia con la salida de las calles del vehículo impactado. 

Carlos Chaparro, representante legal de Metrocaribe, aseguró que la reparación puede tomar hasta 72 horas, tiempo durante el cual se afecta la frecuencia de las rutas porque queda incompleta la flota. La permanencia del vehículo en el taller dependerá de la disponibilidad de vidrios que el proveedor tenga en Barranquilla.

“Nosotros tenemos vidrios en el taller, pero algunas veces por los cambios y los ataques consecutivos tenemos que esperar a que el outsourcing nos mande los vidrios porque se nos agotan”, explicó Chaparro.

Los costos de cada vidrio varían según el tamaño: desde 500 mil pesos, cada uno de los pequeños de un busetón, hasta 1.300.000 pesos el panorámico de un articulado.

La destinación de recursos mensuales para la reparación de vidrios hace aún más frágil la situación económica de los operadores.

José Emiro Picón, gerente de Sistur, dijo que el uso de las pólizas es una opción, pero que su uso lo marca la cuantía de cada ataque, y cuando recurren a ellas, Sistur y Metrocaribe deben pagar unos remanentes.

El sistema masivo aún no logra su punto de equilibrio, y la partida que obtienen los operadores en la repartición de cada tarifa que paga un usuario no son suficientes, según lo han hecho público desde 2011.

De los 1.700 pesos que cuesta cada trayecto de lunes a sábado, el 33,65% va para Sistur; el 34,11%, para Metrocaribe; el 6,60%, para Recaudos Sit; el 6,14%, para Trasatlántico, y el 7% para el ente gestor Transmetro. El 12,49% restante lo liberó la Nación para que sean redistribuidos entre los concesionarios del sistema “condicionados al cumplimiento de indicadores relacionados con la calidad del servicio”, según se lee en el Conpes 3788.

Sistur y Metrocaribe han asegurado que para lograr un punto de equilibrio la tarifa por usuario debería sobrepasar los 2.500 pesos.

La diferencia entre las tarifas real y técnica ha ido generando un déficit, que el Gobierno nacional ha comenzado a aliviar con la inyección de 28.000 millones de pesos, luego del anuncio que hizo en octubre pasado la ministra de Transporte Natalia Abello.

 

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