Medea y Antígona, en Barranquilla
Hemón: No existe ciudad que sea de un solo hombre.
Creonte: ¿No se considera que la ciudad es de quien gobierna?
Hemón: Tú gobernarías bien, en solitario, un país desierto.
Creonte: Este, a lo que parece, se ha aliado con la mujer.
Hemón: Sí, si es que tú eres una mujer. Pues estoy interesando por ti.
Creonte: ¡Oh malvado! ¿A tu padre vas con pleitos?
Hemón: Es que veo que estás equivocando lo que es justo.
Creonte: ¿Yerro cuando hago respetar mi autoridad?
Hemón: No la haces respetar, al menos despreciando honras debidas a los dioses.
Creonte: ¡Oh temperamento infame sometido a una mujer!
En este diálogo, Sófocles enfrenta a padre e hijo, dos generaciones que ven de un modo diferente la vida. El mayor, debe gobernar y considera que solo este deber rige sus decisiones. El menor ama y por ello defiende el amor de Antígona por su hermano, a quien esta última proporciona ritos de sepultura, a pesar de que ese acto problematiza su relación con el poder y la enfrenta a una muerte segura.
Leer, estudiar, desmenuzar y per-formar una antigua tragedia griega son actos que aparentemente enfrentan a las generaciones. Leer este tipo de textos es visto por muchos de nuestro jóvenes como un aburrimiento sublime, una tarea casi imposible de asumir.
Pero si se atreven a internarse en una tragedia, con calma, a pesar de los más de 140 caracteres en que ella está contada, van a encontrar una fuente de entendimiento de sus propias vidas y circunstancias. El enfrentamiento de valores entre las generaciones es algo que retorna a nosotros una vez que tenemos hijos o alumnos.
Hacía una semana les había comentado a mis estudiantes en la Universidad del Norte que Medea había muchas más de las que ellos podían imaginarse y que una visita a la cárcel de mujeres se los demostraría. La semana siguiente, de modo premonitorio, como sucede en las tragedias griegas, una mujer mata a sus tres hijos, un hecho terrible que a todos nos toca.
Un hecho que puede ser comprendido mejor si uno lee, interroga y desmenuza la Medea de Eurípides. Solo así, la condena inmediata no recae sobre la mujer que comete tal crimen, sino que apunta, como la nota suicida que deja nuestra Medea costeña, a las injusticias que ella y su progenie han de seguir encontrando, de seguir con vida.
Hay algo mas allá de la naturaleza de lo femenino ligada a la maternidad por la cultura, hay algo que no puede ser superado en un mundo donde el concepto de justicia es manejado de forma arbitraria por quienes ostentan los diversos poderes en la sociedad.
Antígona es una tragedia clásica que a través de generaciones ha inspirado toda suerte de estudios e interpretaciones desde la filosofía, la sociología, el psicoanálisis, el teatro, la danza, la literatura, etc.
El conflicto presentado en esta tragedia es pertinente en una Colombia que se debate entre hermanos que se matan entre sí. Es importante en un país que debate el tema de la justicia, el poder y la reparación, a diario.
En Barranquilla tendremos pronto la oportunidad de dedicarle dos días a pensarla y per-formarla en el marco de la Cátedra Europa de la Universidad del Norte. Consideren esta columna como una invitación a participar en nuestro evento.
laboratorioantigona@gmail.com
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